20.6.07

Bolivia: el juego de la descentralización

por Horacio Barrancos Bellot

Como si se tratase de fichas de LEGO en manos del doctor Frankestein de la novela de Mary Shelley, el bloque de la mayoría constituyente boliviana ha diseñado un modelo de descentralización, a medio camino entre las formas de organización prerepublicana y los modelos occidentales de organización territorial.

La propuesta señala que, Bolivia será ordenada territorialmente por decisión voluntaria de sus habitantes según las siguientes opciones: podrán permanecer en el actual modelo de desconcentración o podrán optar por el modelo de autonomías, en cuyo caso Bolivia podría quedar organizada en autonomías departamentales (gradualmente y con estatutos autonómicos al estilo español); por debajo de éstas se crearían autonomías regionales (como agregación de provincias) y autonomías provinciales; por debajo, autonomías municipales y finalmente autonomías indígenas originarias campesinas (que se regirán por sus propias normas y procedimientos). Cada una de estas instancias –excepto la última- estaría dotada de un órgano ejecutivo y otro deliberativo, compuesto éste último por consejeros elegidos con las reglas de la democracia en unos casos, y en otros según los procedimientos prerepublicanos de sus representados.

Resalto dos puntos. Primero, hacer un ordenamiento de esta naturaleza -cual fichas de LEGO- es la punta de un Iceberg donde lo crucial estará en el diseño de las funciones de estos órganos, de las relaciones intergubernamentales y de la administración de los recursos financieros. Ese diseño deberá garantizar la coexistencia y el desarrollo equilibrado y pacífico de este complejo gobierno multinivel que, además, debe respetar principios como el de igual jerarquía, el de autogobierno y el de supremacía del interés colectivo sobre el interés particular. Todo ello, deberá operar en un terreno político marcado por tensiones corporativistas y regionales.

Segundo, llama poderosamente la atención que -en esta propuesta- el régimen económico está explicitado solo para el caso municipal. Pareciera que prefieren no tocar mucho este nivel de gobierno y mantener su autonomía previa. Para los otros niveles, sólo sugieren la posibilidad de ingresos propios y que les serán transferidos/asignados recursos desde el nivel central. Pareciera que aun no tienen en claro cuán descentralizada será la chequera del Estado.

Para comprender mejor la dimensión de estos puntos, quiero ponerlos en perspectiva. La reforma a la descentralización peruana nos muestra que no todos comparten la idea de la solidaridad entre regiones, ni la supremacía del interés colectivo. El presidente de Red Perú (ex alcalde de ILO) hace un mes rechazó la propuesta del Consejo de Ministros para que los gobiernos regionales peruanos que cuentan con ingresos provenientes del canon, sobrecanon y regalías, compartan sus recursos económicos con los departamentos que no lo tienen. Más bien cree en una reforma tributaria para que sea el Gobierno Central quien comparta -con las regiones- los fondos del tesoro público.

Los cambios en Perú no son solo tributarios, son más profundos y no es el único país que va en esa dirección. Mientras Perú acusó a su viejo Sistema Nacional de Inversiones Públicas (casi idéntico al boliviano) de haber impedido la ejecución de muchos proyectos de inversión, el ex candidato presidencial y actual Senador uruguayo Jorge Larrañaga sentencia que […si no hay descentralización de la caja fuerte, todo proceso descentralizador es mentira]. Perú ha optado sabiamente por entregar a las regiones las decisiones de inversión y descentralizar su SNIP. Mientras tanto, la oposición conservadora uruguaya no va a dejar pasar una reforma del Estado con descentralización de competencias que no incluya una descentralización fiscal.

Queda esperar la versión final de la nueva constitución boliviana y me gustaría que en ella se explicite la descentralización del régimen económico para todos los niveles de gobierno. Sin duda, no lo tendrán fácil los constituyentes porque perviven posturas centralistas en Bolivia como en el resto de América Latina. Como ejemplo, cito al del director del SNIP peruano quien asegura que el peligro está en que las regiones usen los recursos para obras de poco impacto en la población. Y yo me pregunto ¿cómo se puede ver desde el centro lo que necesitan las regiones y saber qué es lo que más les conviene?

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