27.6.07

Lo duro de la lucha

por Marija Selaković Barrancos

¿Cuál es la postura y la política que un Estado debe aplicar en el caso de la lucha contra el narcomenudeo y el crimen organizado? Esta pregunta actualmente está en la mente de las autoridades mexicanas que se encuentran en pleno combate contra este mal. Aunque se pude decir que la lucha decisiva contra el tráfico de drogas en México empezó hace un año y medio en la gestión del Presidente Fox, solo con la llegada al poder del Presidente Felipe Calderón ella se convirtió en una de las más importantes prioridades del Gobierno mexicano. En esta lucha, a diario se usan tanto armas, como estrategias y prácticas vistas en las guerras de baja intensidad.

Según los datos publicados por la Procuraduría General en este lapso en el país hubo más que 1270 ejecuciones relacionadas con el narcomenudeo. En relación a esto, según informan los noticieros capitalinos, hace solo dos semanas, en un día hubo más personas ejecutadas en México que en Iraq, país que se encuentra en pleno estado de guerra. Lo que México experimenta como consecuencias secundarias de esta ola de violencia y crimen organizado, directamente relacionados con el tráfico de drogas, son bajas en la inversión extranjera, de número turistas visitando México y frecuentes advertencias del State Department de EEUU a sus ciudadanos sobre la falta de seguridad en México. Pero el efecto principal visto a comienzos del año en curso, fue el amplio consenso sobre la necesidad de una lucha efectiva contra los narcotraficantes. Adicionalmente, por el compromiso retomado por parte del Gobierno central y todo su aparato estatal, se eliminó en la medida de lo posible la fragmentación de la representación política, hecho que debería ayudar en esta dura lucha. El sentimiento dominante en el México de hoy, es el deseo de que haya seguridad y paz para todos - desde los padres de familias, hasta los representantes de los tres poderes del Estado.

Ricardo Ravelo en su libro Herencia maldita nota que la raíz del mal que representa el narcomenudeo yace en la demanda. Y México tiene como vecino al consumidor más grande del mundo - los Estados Unidos. El hecho que México hoy día funge, por un lado, como puente natural de las drogas provenientes de América del Sur destinadas sobre todo al mercado estadounidense, y por otro el hecho que México sea el destino del tráfico ilegal de armas proveniente del vecino norteño (según datos oficiales del Estado, entre 60 y 80% de armas ilegales en México provienen de los EEUU), fueron uno de los temas que discutieron los Presidentes Calderón y George W. Bush, durante la última visita a México. En esta ocasión, el mismo anfitrión hizo un llamado público al Gobierno estadounidense para ayudar a la lucha mexicana (e internacional) contra el narcomenudeo, controlando el nivel de demanda de drogas en su propio territorio.

Analizando más en detalle las políticas del Estado mexicano de los últimos tres Gobiernos. El autor sostiene que a fines del largo período del Gobierno del PRI, en México operaba una “convivencia” de los elementos del crimen organizado relacionado con el narcomenudeo y el Gobierno. A los productores y narcotraficantes se les dejaba operar en ciertas, bien definidas áreas del país, con tal de que todos cumplan con aquellas “reglas de juego”. El mayor daño sufrieron los jefes de bandas criminales ejecutándose entre si. Parte de esa convivencia se extendió durante el Gobierno del Presidente Fox, hasta el momento en el cual comenzaron dos luchas: la lucha por poder y territorio entre los carteles; y la lucha que emprendió el nuevo Gobierno contra el famoso cartel de Tijuana, que operaba en ambos lados de la frontera. En esta época ocurrió también un nuevo fenómeno – a México llegaron los mercenarios paramilitares de Guatemala para prestar sus servicios a los carteles. Aunque la opinión pública a veces niega cualquier esfuerzo en esta lucha al Gobierno foxista, persiste el hecho de que durante su mandato, el Estado mexicano emprendió una lucha que necesariamente nos recuerda a la de Colombia de hace 20-30 años, cuando el Estado se confrontó a los carteles de Medellín y Cali. Hoy, la lucha contra el narcomenudeo en Colombia es aún más avanzada y complicada que en aquel entonces, porque allí, tanto como en México, según Ravelo, quisas falta mayor determinación y compromiso del Estado para acabar definitivamente con el cultivo y los delincuentes involucrados. En un artículo recientemente publicado sobre el tema, El Universal informa que casi el 80% de la producción de cocaína de Colombia pasa por México.

Hoy, hay más que 20 mil miembros de la Procuraduría General de la República, las secretarías de Defensa Nacional, de Marina y de Seguridad Pública que participan en seis operativos lanzados en la lucha contra el narcomenudeo en México, que a este país le cuestan más de 1,8 millones de dólares. Después de unos meses de lucha dura contra el crimen organizado, el Gobierno del Presidente Calderón se vio obligado a sustituir varias formaciones policiales, y sobre todo locales, con elementos militares, ya que surgieron informes que las primeras estaban involucradas con los carteles. El principal objetivo de dichos operativos es la recuperación y retoma del territorio nacional de manos del crimen organizado, y reestablecimiento de la autoridad del Estado en el territorio donde operan carteles del Golfo, Sinaloa, Sonora y Tijuana; en esperanza de que de esta manera se inhiban las manifestaciones de violencia extrema relacionada con el narcomenudeo. No faltan los representantes de la oposición mexicana que reprochen al Gobierno, que ningún miembro suyo nunca incluyó entre los objetivos de esta lucha también la destrucción completa de los cultivos, la captura de los líderes del tráfico, la desaparición del tráfico y el mismo consumo.

Es evidente que en la lucha contra el narcomenudeo, México lo tiene duro. En el intento de establecer el Estado de derecho en todo el territorio mexicano, su Gobierno necesita enfrentarse tanto a los grupos criminales, como a la opinión pública y a los representantes de la oposición, cuyas voces en contra del uso del Ejército (sobre todo por falta de clara regulativa judicial sobre los usos del mismo en tiempos de paz) son cada día más agudas. El Presidente Calderón, por otro lado, goza del apoyo pleno para estas acciones de los Gobernadores de los Estados mexicanos, que lo expresaron públicamente en su último Congreso, justo en el momento cuando la lucha se ponía muy dura.

Usando términos deportivos, en esta lucha mexicana, en la cual por ahora nadie puede cantar victoria, se enfrentan los rudos y los técnicos. Esperamos que por el bien del país y la comunidad internacional ganen los con mejor técnica y destreza; que se logren los resultados materiales y se termine con la producción y el tráfico de drogas.
*Las opiniones expresadas en este artículo son de entera responsabilidad del autor. No comprometen, en absoluto, a la institución que el autor representa o en la que trabaja actualmente.

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