18.7.07

Argentina hacia nuevas elecciones, presidenciales y estratégicas.

por Vanni Pettinà

Faltan menos de cuatro meses para que en Argentina se celebren nuevas elecciones presidenciales. Kristina Kirchner, esposa del actual presidente de la Republica sur americana y actual senadora, propone su candidatura en un momento en que el contexto político y económico internacional impone, de una vez por todas, que el país elija la estrategia general a seguir para los años futuros.

El frío y las bajas temperaturas que en estos días asedian Buenos Aires parecen casi ser la consecuencia climática de la frialdad que ha ido caracterizando las relaciones de este país con Europa y Estados Unidos a lo largo de los últimos años. A la senadora, que tiene óptimas probabilidades de ser elegida como futura presidenta, corresponde la tarea de modificar esta situación o, al contrario, seguir apostando por una estrategia política como la actual que, de hecho, ha producido la falta de sintonía entre los tres actores.

Las relaciones entre Washington y Buenos Aires han vivido en los últimos años de altibajos. Sin embargo, el “coqueteo” siempre más intenso entre Chávez y Krichner, culminado en la reciente institución del Banco del Sur, ha creado una creciente preocupación en Washington. Para los norteamericanos, subsiste no sólo una cuestión de intereses económicos, amenazados por las políticas de nacionalizaciones llevadas a cabo por los gobiernos de Kirchner y de Chávez. Lo que molesta en Washington es la dimensión política del problema que Venezuela representa en la región y, cada vez más, sobre una escala global. La creciente falta de democracia interna en el país andino, la oposición a Estados Unidos que pasa por una insensata cuanto coherente estrategia de alianza con el gobierno islamista iraní de Mahmud Ahmadinejad y con la Cuba de Fidel Castro, son las cuestiones que están en la base de los temores estadounidenses.

El Departamento de Estado distingue claramente entre un grupo de Países latinoamericanos donde gobierna la izquierda, constituido por Brasil, Uruguay y Chile, con el cual las relaciones son “excelentes” y otro núcleo, representado por Venezuela, Bolivia y Ecuador, con el cual el es prácticamente imposible dialogar. En los últimos meses la administración Bush ha realizado un esfuerzo diplomático intenso por reanudar los vínculos con una región en la cual su atención política había desminuido a raíz de los acontecimientos desencadenados por el 11 de septiembre.

Recientemente han visitado la región el secretario del Tesoro, Henry Paulson; el de Comercio, Carlos Gutiérrez; el vicecanciller Nicholas Burns; y el encargado de las relaciones con la región en el Departamento de Estado, Tom Shannon. Los funcionarios estadounidenses visitaron tres países gobernados por variantes distintas de la izquierda: Brasil, Uruguay y Chile. Y evitaron Argentina. Es más, Paulson participó el pasado jueves, en Montevideo, en una reunión con los ministros de Economía uruguayo, chileno y mexicano. Ningún representante argentino participó del encuentro. Evidentemente, como lo afirmó el mismo Secretario de Estado norteamericano, Argentina se encuentra en el medio de los dos grupos, en una situación en la cual no se podrá quedar por mucho tiempo. Se equivocan en Buenos Aires si creen que la evaluación política de la actitud argentina cambiará en caso de victoria democrática: la cuestión tiene todo el sabor de ser una “bipartizan” en Washington.

Con Europa, la situación no es mejor. Brasil acaba de suscribir un acuerdo de asociación estratégica con la Unión Europea. La presidencia de la Unión que será portuguesa a lo largo de los próximos seis meses contribuirá a reforzar ulteriormente la interlocución privilegiada que Bruxelles está manteniendo con Lula en la región del cono sur.

En los próximos días Kristina Kirchner viajará a España donde mantendrá encuentros políticos de altos niveles. Será recibida por los Reyes y verá al presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. La candidata presidencial es un huésped bien conocido en Madrid, donde su acogida siempre ha sido de las mejores. Sin embargo, otra vez, se equivocarían en Buenos Aires al pensar que Madrid pueda asumir por esto una posición más dialogante con respecto a la política “amistosa” que Kirchner mantiene con Chávez. En primer lugar, es el mismo clima de las relaciones entre los dos países que ha registrado un número creciente de problemas en los últimos tiempos. De hecho, la argentinización de YPF no ha hecho ninguna gracia a Madrid. En segundo lugar, el actual gobierno socialista no puede permitirse, en víspera de las elecciones que se celebrarán en marzo de 2008, una actitud hostil estadounidense, eventualidad muy probable en el caso de que Madrid decida apoyar las actuales políticas filo-venezolanas de argentina. Es verdad que España ha tenido una actitud menos dura que Washington con Venezuela. Sin embargo, en ambientes diplomáticos se dice que son los mismos estadounidenses quienes favorecen dicha estrategia diplomática en la esperanza que Madrid pueda ejercer algún tipo de influencia positiva sobre Chávez.

Aunque es evidente que las simpatías entre Kirchner y Chávez son sólo un elemento de una estrategia argentina más amplia y que tiene cómo objetivo último hacer frente a la creciente hegemonía regional de Brasil, la alianza con Caracas no parece dar frutos adecuados comparados con los problemas que está causando. En este sentido, frente al futuro presidente argentino se abren dos caminos a elegir: o seguir con la actual política de tambaleo entre el más clásico de los populismos latinoamericanos, bien representado por Chávez, o pasar de una vez el “Rubicone” y seguir el recorrido tomado por Chile, Brasil y Uruguay que parecen poder conjugar una política progresista, con el respeto de unos valores democráticos básicos y, sobre todo, sin caer en el vetusto paraguas del imperialismo estadounidense como causa de todos los males continentales.

Para Argentina son tiempos de elecciones, no solamente presidenciales sino, también, políticas y estratégicas.

*Las opiniones expresadas en este artículo son de entera responsabilidad del autor. No comprometen, en absoluto, a la institución que el autor representa o en la que trabaja actualmente

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